miércoles, 13 de abril de 2011
Momento de clásicos
Un clásico debe ser el momento clave, la cúspide, el clímax de un torneo de futbol en cualquier liga. Al mismo tiempo, debe darse entre dos equipos enormes, los dos más grandes de un país. Por ello, estos equipos tienen que estar en lo más alto de su liga, deben estar peleando codo a codo por un título o jugándose una eliminatoria, y que mejor que en una ronda final. Un clásico puede no ser tan abierto o atractivo, pero no puede jugarse a medias, puede faltar espectáculo, pero no ganas, se puede empatar, pero no se puede dejar de buscar la victoria en ningún momento.
En México, lamentablemente, nos hemos acostumbrado a partidos de futbol mediocres, a juegos arrítmicos, a inconsistencia, irregularidad, nula pasión y un inexistente amor por la playera o por el futbol en sí. Que decir de lo clásicos en la Liga Mexicana, esos América-Chivas carentes de emoción alguna, en la que el único beneficio que se le da al aficionado, a veces, es el de ganar algún tipo de apuesta. Equipos faltos de figuras, de personajes que den un extra a partidos importantes, de esos futbolistas, técnicos, directivos o cualquier persona involucrada que genere, no unicamente con palabras, algún interés relevante y pasional por un partido de futbol. Un simple partido, 90 minutos, tal vez un poco más si es eliminatoria, hora y media de honor, orgullo y colores. Colores que en México y en muchos otros países se sienten cada vez menos, pero que así mismo, en varias partes del mundo siguen generando ese sentimiento que mueve masas y retumba en el corazón de millones.
Es cierto, aún existen partidos así, aún existe la pasión, el amor por el futbol, aún se puede desear con toda el alma un partido, todavía, un simple juego de futbol puede generar sentimientos múltiples. Tristeza, emoción, felicidad, decepción, satisfacción, todo puede pasar durante 90 minutos. Un partido te puede mover hasta lo más profundo. A pesar de la mecanización del futbol moderno, todavía tenemos la gran oportunidad de vivir con nuestros colores, de defenderlos, de amarlos y de demostrar ese amor con apoyo incondicional.
Es hora, es momento de disfrutar, de vivir el clímax, de sentir realmente el futbol, de amarlo, de odiarlo, es momento de clásicos, Barcelona y Real Madrid nos entregan la oportunidad de creer en el futbol, de entregarnos a ellos, de tener sangre merengue o blaugrana. Cuatro clásicos, menos de tres semanas, todo en juego, ¿qué más podemos pedir?. Ésos son clásicos, esos que ponen en juego una temporada, que significan un pase a la final del torneo más importante, o la oportunidad de ganar una Liga, una Copa. Dos equipos gigantes, el mejor en la actualidad contra el mejor historicamente, los mejores jugadores, los mejores técnicos, los mejores clubs. Los dos en gran momento, los dos hasta arriba, tal vez los dos mejores equipos en este momento. Se juega todo el orgullo, mucho más allá de los títulos, se juega el honor, todos van por todo, se juegan el carácter, se juegan la trascendencia.
Los clásicos han llegado, seamos participes de grandes historias, de héroes, de villanos. Vivámos lo que en futuro se contará. Tengamos que contarle a nuestros descendientes. Pero principalmente, disfrutemos, alegrémonos de esta gran oportunidad de sentir y de vivir el futbol. Todos los condimentos están ahí. Gracias Mourinho, Guardiola, Cristiano, Messi, Florentino, Sandro, etc. por poner todo lo necesario para que estas dos semanas próximas, se conviertan en algo imperdible y lleno de emoción. Era necesario, en medio de tanta situación preocupante y tanta desesperanza, era fundamental desconectarnos un rato, para vivir apasionadamente, si quiera por unos días.
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