lunes, 28 de junio de 2010

100 años sin acto heroico


La incredulidad, la insatisfacción, el pesimismo ahondaba en cada uno de los aficionados mexicanos el 11 de junio, más o menos a las 11:00 am. La presentación de la Selección Mexicana en el añorado evento futbolístico, el más importante del mundo, sembraba muchas dudas, hacía pensar en un fracaso más. Un empate sin sabor, contra un equipo realmente menor, un marcador que se había logrado en las últimas instancias del encuentro que inauguraba el certamen internacional. El pueblo mexicano comenzaba a murmurar, a predecir una decepción más a futuro. Las esperanzas depositadas en los "héroes" deportivos, mayoritariamente denominados así por la prensa, encargada de agigantar y despedazar en un segundo a cualquier personaje, comenzaban a esfumarse y se temía otro golpe al ya muy maltratado país.

Sin embargo, pocos días después, los mismos deportistas que eran tratados como fracasados aún cuando apenas comenzaba su andadura, lograban subir a lo más alto del Olimpo, lograban ser santificados por ese pueblo ávido de logros, de ídolos. Una victoria ante una ex potencia mundial, un triunfo inflado una vez más, a pesar de la clara situación del rival, incendiaba las veladoras de cada hogar mexicano, conseguía un perturbante optimismo, que llegaba al grado de alejarse totalmente de la realidad. En ese momento, para muchos, México podía ser campeón, ¿porqué no?, se le había ganado al campeón y al subcampeón mundial, la prensa internacional se rendía ante la propuesta ofensiva del seleccionado tricolor. Esperanza infundadas, creadas pero pseudo informadores, un ambiente subjetivo que abrazaba a cualquier necesitado de una alegría.

Días más tarde, volvía a pasar. Entre experimentos tácticos y objetivos personales de la directiva, brindaban al país que tanto habían ilusionado un potente disparo a sus ideas, a su optimismo. Un encuentro que debía servir como advertencia, que debía mostrar precaución en los anhelos. Pero el mexicano quería creer, tenía que hacerlo, de no ser en ello, ¿en qué creerían?. Conocido rival a la vista, un partido con historia se dejaba ver, una sed de venganza, más allá de ser gracias a la eliminación cuatro años atrás, por los constantes ataques sudamericanos en contra de los mexicanos, el creciente sentido de superioridad argentino quería ser destrozado por el mexicano, ¿qué mejor manera? derrotándolos en lo que mejor hacen, jugar futbol. A pesar del momento futbolísitco que se vivía, todos creían realmente en la posibilidad de una victoria.

Llegaba el momento, el partido que todos esperaban, el momento de hacer historia, el día que el mismo Aguirre sentenciaba como la oportunidad de hacer grandes cosas, como cada cien años, esa ocasión en la que un Márquez sin miedo daba confianza a todos los que apoyaban a la selección tricolor. Un inicio impresionante, una actitud fuera de lo común, para un mexicano, unas ganas de triunfar pocas veces vista. Todo parecía seguir un buen destino, con todo y las decisiones lamentables del entrenador para el partido. Que si estaba Bofo, que si estaba Guardado, Chícharo o quien sea, todo comenzaba bien. Vino un error arbitral, si, un gran error. Un error que antes de matar el partido, mató las ganas, mató la alegría, la esperanza y la fortaleza. Trajo consigo la tan conocida mediocridad. Ya no fue posible levantarse, ese golpe, más que meternos un gol, logró traernos a la realidad, esa realidad que hasta el momento sigue siendo innegable, dejamos de buscar, dejamos de querer, perdimos todo lo que nos estaba haciendo grandes hasta ese momento.

Un día negro, un día más, de esos tan horriblemente conocidos. De esos que lamentablemente enfundan el día a día de cada uno de nosotros, de esos que perturban nuestro presente y logran que nos aterre nuestro futuro. Un sueño roto, uno más. No hubo acto heroico cien años después, no habrá nuevos personajes en nuestros libros de historia. No tendremos aún, a quien alabar e idolatrar.

1 comentario:

  1. Como siempre hermano, tienes toda la razón. Nos dejamos llevar (y menciono llevamos porque yo caí en el mismo error) por victorias mal logradas que se dieron en circunstancias nada favorables para los contrarios. Sí, se le ganó al campeón y al subcampeón en partidos amistoso y oficial respectivamente, mismos que fueron eliminados en la fase de grupos del mundial de futbol como últimos lugares. No hay más que decir, han sido nuevas caras, nuevos ímpetus, nuevas esperanzas y nuevos anhelos, pero el mismo México de siempre. Saludos.

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